CMPC celebra 100 años mirando el futuro

Se pasó ser una empresa del fin del mundo, a una del mundo, con operación industrial en ocho países de Latinoamérica y presencia comercial en EEUU, Europa y China, gracias al aporte de los trabajadores que están detrás de la fabricación de productos sustentables, renovables y amigables con el ambiente, que se comercializan en los cinco continentes.

“Don Lucho, sáquese de la cabeza la idea, las fábricas de azúcar de remolacha han sido un fracaso en Europa, no pueden competir con el azúcar de caña. Hagamos mejor papel y cartón, que eso se importa y aquí hay la materia prima para hacerlo”. 

Cuenta la historia que el intercambio de estas ideas entre Luis Matte Larraín, un ya exitoso emprendedor en 1918, y Juan Guillén, el mítico Maestro Palomo, anarquista español, mecánico de profesión y experto conocedor en “hacer papel”, impulsó al empresario a embarcarse en este proyecto, organizando la Comunidad Fábrica de Cartón.

La otra versión que circula es que el ingeniero Domingo Matte Larraín, conocedor del mercado industrial chileno, realizó un detallado análisis de la conveniencia de fundar una fábrica de cartón y, mediante una carta que le hizo llegar a su hermano Luis, lo convenció de que ese era una buena alternativa de negocio.

Y así el 12 de marzo de 1920 se constituyó la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, creación que quedó inscrita en el Decreto Supremo 589 y firmada por el Presidente de la República de esa época Juan Luis Sanfuentes.   

El asentamiento de la compañía fue en los terrenos de la fábrica Ebbinghaus –apellido de uno de los primeros socios de Matte- ubicada en Puente Alto, una zona campesina que se caracterizaba por ser un lugar de paso de los arrieros que cruzaban hacia Argentina. 

Antes de producir celulosa utilizando como materia prima la madera, tanto en Chile como en Europa se utilizaba la paja del trigo, y Puente Alto no era la excepción. De hecho, tras la inversión en maquinarias e infraestructura, en 1925 se inicia la instalación de la fábrica de celulosa de paja que podía abastecer una máquina de papel.

Dado el crecimiento de la compañía, el despoblado asentamiento campesino dejó de serlo y los fundadores de CMPC promovieron la creación de la población papelera con 262 casas de construcción sólida de hasta cuatro habitaciones, lo que fue acompañado de beneficios sociales y educacionales para todos los funcionarios.

Ema Lanz, la primera visitadora social que tuvo la compañía a partir de 1933, fue la encargada de la planificación de este innovador sistema habitacional y de acompañar a las familias papeleras en todos los aspectos, logró incluso bajar la desnutrición infantil de la comuna.

 

Expansión

Esa calidad de vida que se buscó desde principio de siglo pasado siguió practicándose en todas las nuevas instalaciones que fue adquiriendo la compañía. En los años ´40, un paso importante en materia forestal y que marcaría el desarrollo de la industria fue la adquisición del fundo Los Pinares, cerca de Concepción. Así como también la compra de un terreno en calle Agustinas en Santiago, donde se proyectó un moderno edificio de oficinas para el trabajo administrativo de CMPC y que sigue funcionando hasta hoy. 

Este crecimiento logró su peak cuando comienza la construcción de la fábrica de papel y celulosa Laja. Fue el proyecto industrial más grande de la década de los ´50. Y, al igual, que lo sucedido en Puente Alto años antes, de la mano con la producción se construyeron las primeras poblaciones de Laja para los trabajadores.

A fines de 1958 hubo un traspaso de mando interno no menor. Jorge Alessandri, quien dirigía la compañía en esos años, comunicaba a los gerentes de la empresa: “He aceptado la candidatura presidencial y hemos designado gerente general a Ernesto Ayala”, quien se mantuvo en CMPC por casi medio siglo.

Al mismo tiempo, se creaba el departamento de exportaciones, cuya finalidad fue comenzar a enviar a los mercados sudamericanos celulosa. El primer cargamento salió en 1962 a Venezuela. 

La expansión de CMPC no se detuvo. Llegó a Concepción, donde se optó por la elaboración de papel de diario y a Valdivia para producir cartulina dúplex de envases. No obstante, el terremoto y maremoto de 1960 puso a prueba la planta. “Eramos más de mil hombres levantando una barrera de dos y tres metros de alto. El río se llevó una ruma de madera de 50 metros, pero nuestras defensas aguantaron”, recuerdan testigos de la época. 

 

Diversificación de productos

Así como generar entornos de desarrollo y calidad de vida para los trabajadores y la comunidad ha marcado la historia de CMPC desde un principio, también lo ha sido ser una empresa innovadora. En la década de los ´70 comienza la elaboración de productos distintos a la celulosa y la madera. Por ejemplo, en Chillán partió la planta elaboradora de sacos multipliego, Propa.  

Pero se vinieron años difíciles, cuyo corolario fue la crisis del ´82. No obstante, CMPC logró sortear este período invirtiendo, manteniendo su situación financiera estable, ratificando su opción exportadora y generando productos ligados a su rubro. 

El año en que salió electo como presidente de la República Patricio Aylwin, se realizó en Puente Alto la inauguración de la “máquina 17” que permitió la entrada en operaciones de una nueva fábrica de papel tissue. 

Para enfrentar esta nueva década, la plana ejecutiva de CMPC decidió potenciar la internacionalización, instalándose directamente en países de Sudamérica. La primera compra fue en Argentina con la adquisición de Química Estrella, rebautizada como Prodesa. Luego llegarían fábricas en Perú, Uruguay, Colombia, México y Ecuador.

Chile tampoco se quedaría atrás, con la puesta en marcha de Celulosa del Pacífico en Villa Mininco, en la Región de la Araucanía, cuando CMPC ya superaba los 80 años de historia.


Al centenario

“CMPC ha mantenido con firmeza la línea de ser una empresa integrada, formando parte de las comunidades donde operamos y buscando no solo ser buenos vecinos, sino también generando  entornos de desarrollo y calidad de vida para todos, tal como lo hicimos hace un siglo al formar las primeras villas habitacionales papeleras”, comenta el actual gerente general de Empresas CMPC, Francisco Ruiz-Tagle.

De construcción de barrios se pasó también a lugares de esparcimiento y de cultura. Tal es el caso del Parque Alessandri –ubicado a 18 kilómetros de Concepción- que desde 1993 sus 11 hectáreas están abiertas a la comunidad. Línea, que avanza en forma paralela al desarrollo de la empresa, todavía se recuerda el impacto, por la alta tecnología en sus instalaciones, la inauguración en 1998 de la fábrica Cartulinas Maule, a la que asistió el ex presidente de la República, Eduardo Frei.  

Dos años después surge la Fundación CMPC –que este año cumple 20 años- con programas de educación que van desde acompañar a los niños en edad preescolar hasta escuelas completas. 

Otra acción que refleja esta preocupación por la comunidad partió en este período cuando la Sociedad Recuperadora de Papel (Sorepa) comenzó un intenso trabajo de reciclaje de papel y cartón, eliminando intermediadores y cubriendo hasta 22 ciudades. 

El tema medioambiental en el transcurso de los años siguió cobrando fuerza. Los bosques y los  productos derivados de la madera cumplen la tarea de capturar carbono, por tanto, CMPC siente que es clave que Chile logre convertirse en una economía carbono neutral.

Siendo consecuente con este camino trazado, la compañía inauguró -al terminó de la década- el  Edificio Corporativo en la ciudad de Los Ángeles, construido completamente de madera y que alberga a 400 personas. Este, se ha convertido en un ejemplo vivo del potencial de uso de la madera para construcciones de envergadura.

Además, se anunciaron cuatro compromisos medioambientales relevantes y exigentes, que responden a la ciencia y a la meta de aportar al cambio climático. Por tanto, la bioeconomía, las energías renovables, la digitalización, la economía circular, la nano tecnología, se han convertido en temas que para esta industria forestal y papelera están teniendo un rol protagónico en su qué hacer diario. 

Esta posición, CMPC también la pone en práctica a la hora de seguir buscando nuevas oportunidades de negocios en el exterior. En noviembre pasado cumplió 10 años en Brasil con sus instalaciones en la zona de Guaiba, planta que ya es cero residuos gracias a que los transforma en abono para uso agrícola, además de sus instalaciones en San Pablo y recientemente en Paraná para la elaboración de productos Tissue.

En CMPC están los productos del futuro. Esos que solucionan necesidades legítimas y diarias de las personas, pero que sobre todo, cuidan el medio ambiente, al porvenir de una fuente natural y renovable como la fibra. Nuestra fibra.

En estos 100 años, la empresa logró ser –tal como lo imaginaron sus fundadores- una compañía latinoamericana, con operaciones en ocho países, oficinas de representación comercial en Estados Unidos, Europa y China, y sus productos llegan a todo el mundo, en los cinco continentes. 

De la cincuentena de trabajadores que llegaban a Puente Alto se pasó el año pasado a los 17 mil 589 colaboradores repartidos en todos las ciudades donde tiene operación.    

“Las empresas no son posibles por los medios materiales que las conforman, no son posibles ni siquiera por los productos o servicios que entregan. Todo eso es importante, pero las empresas son las personas que las integran. Es el principal capital, el patrimonio más valioso y el sustento sobre el cual hemos construido nuestros primeros 100 años de historia y los siguientes 100 aún por vivir”, afirma Ruiz-Tagle.

Así estos primeros 100 años se han convertido en sólo el comienzo.

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