780 familias se convirtieron en los primeros educadores de sus hijos e hijas a través del programa HIPPY
06 de Diciembre, 2022
La iniciativa se desarrolla en tres regiones del país, alcanzando un total de 19 comunas. Específicamente, en Santiago terminaron el año 110 familias, de las cuales un 80% son migrantes.
¿Cómo enfrentar la crisis educacional que vive el país? Es la pregunta que ha guiado al programa educativo HIPPY de Fundación CMPC en el empoderamiento de cientos de padres, madres y cuidadores como primeros educadores, con el objetivo de hacer frente los problemas de aprendizaje que enfrentan hoy día los niños y niñas del país.
HIPPY, denominado así por su nombre en inglés Home Instruction for Parents of Preschool Youngsters, es un programa de visitas domiciliarias que este año alcanzó a cerca de 780 familias en las regiones del Biobío, La Araucanía y Metropolitana, cubriendo un total de 19 comunas del país.
Durante la ceremonia de cierre del año 2022, la directora ejecutiva de Fundación CMPC, Carolina Andueza, afirmó que “en tiempos en que la educación pasa por una aguda crisis, que un programa como HIPPY logre que las familias en sus casas puedan acompañar, enseñar y estimular en sus distintos aprendizajes a sus hijos e hijas, es la muestra que se puede avanzar en una educación de calidad en la primera infancia”.
Para el director de la Dirección de Educación Municipal de Santiago, Rodrigo Roco, “la educación temprana de los niños y niñas determina mucho lo que ellos van a poder construir como proyecto de vida propio. En ese sentido, este programa es maravilloso y uno entiende por qué surge en Israel hace 50 años y se va irradiando por el mundo, ya sea como iniciativa particular o política pública”.
Agregó que “HIPPY tiene un tremendo valor de ir siendo un multiplicador que va reproduciendo capacidades en las familias, en las madres, que se van transmitiendo unas a otras y, en ese sentido, nos estamos haciendo cargo como comunidad de acoger, de recibir a estos nuevos integrantes que son nuestros niños y niñas”.
Parte del impacto del programa en las familias se reflejó en los testimonios que marcaron el desarrollo de la actividad, realizada en el Palacio Cousiño en la comuna de Santiago. “Me permitió conocer y aplicar herramientas nuevas para enseñarle a mi hijo Carlos. Porque incluso, por mucha experiencia en maternidad o en educación que cada una de las participantes podamos tener, cada niño es un desafío distinto y muy gratificante sentir que soy la primera educadora de Carlitos”, comentó Karla Quintero, mamá HIPPY desde hace dos años.
Por su parte, Rosa Aguirre, mamá y tutora HIPPY de Santiago, comentó que cuando entró a HIPPY “ese primer año me involucré de manera activa en la educación de mi hija y pude ver cómo aprendió las figuras geométricas, a escribir su nombre, a disfrutar juntas la lectura de un cuento y a jugar con actividades de motricidad”.
En su intervención en la ceremonia, dio cuenta de otro de los impactos positivos que el programa produce al acoger a familias extranjeras. “Conocí a personas que se convirtieron en mis compañeras y amigas: el equipo HIPPY. Entre todas nos apoyamos y acompañamos. Para las personas extranjeras, esto es muy importante, porque llegamos a un país que nos acoge, pero con escasas redes de apoyo”, agregó Rosa.
En la comuna de Santiago HIPPY alcanzó a 110 familias de las cuales un 80% son migrantes, mayoritariamente de Venezuela.
Finalmente, la coordinadora de HIPPY Santiago, Fabiola Gatica, sostuvo que “este año nuestro grupo de 10 tutoras realizaron más de 3.250 visitas domiciliarias, entregaron más de 3.150 cuadernillos de trabajo y más de 1.160 cuentos infantiles. Todo este tiempo y recurso invertido solo tiene un objetivo: Empoderar a los padres y madres para que sean los primeros educadores de sus hijos e hijas”.
Programa HIPPY
HIPPY es un programa internacional que está presente en 15 países y que en 2018 llegó a Chile gracias a Fundación CMPC. Basa su funcionamiento en las capacitaciones de una coordinadora profesional hacia un grupos de tutoras, quienes durante 30 semanas trabajan con padres, madres y/o cuidadores a través de visitas domiciliarias y un currículum de juegos de estimulación, para que éstos sean los primeros formadores de sus hijos/as.
Con esa forma de impacto desde lo local, los estudios internacionales han demostrado que se promueve el desarrollo del lenguaje, motor cognitivo y socioemocional de los niños/as de entre dos y cuatro años que participan.